miércoles, 23 de diciembre de 2020

te extraño

 

Los días van pasando y te extraño, extraño algo tan simple como escuchar tu voz a la distancia hablando de cosas cotidianas, extraño tu escueta sonrisa que ilumina mis simplezas, extraño contemplarte de lejos en mi rincón de espectador invisible y verte brillar, extraño cada mínimo gesto de tus manos cuando algo te incomoda y tu escaso uso de palabras cuando el resto despilfarra vocablos.

Sé que no puedo hacerlo, pero te extraño, eres mi consuelo, una idea que alimenta mis letras, un hombro en el cual me apoyo cuando mis ojos llenos de lágrimas derraman sus dolores convertidos en versos, el destinatario omnipresente de este amor que no tiene con quien compartirse; la respuesta certera a una pregunta existencial; aquel a quien esperaba y llego, un amigo conocido en los sueños, en otra vida, en otro tiempo; la melodía que cual lluvia de verano acuna mi sueño.

La página me grita, quiere que en ella te nombre, que haga alarde de mi sentimiento, que me mienta pensando que me leerás, que ella será la que te acerque a mí, la guía mágica de un reencuentro que lleva siglos sin ser un hecho; y sin embargo me niego, sigo sollozando en silencio, desde el lugar que sé, me pertenece, en lo oscuro de un cuarto donde nadie me ve, donde se cuál es mi lugar y no tengo pretensiones infundadas; aquí donde el silencio es un privilegio y el tiempo un martirio.

El año se acaba de nuevo y te extraño, solo sonríe en la calle cuando los desconocidos te saluden, responde algún comentario en tus redes sociales, habla con tu familia de ese sentimiento extraño que te acompaña, sácale una que otra nota a tu guitarra y cuando lo cotidiano se suceda paso a paso alejándote de mis sombras, reconoce que aun sin verme; de vez en cuando;  cuando un suspiro te roba el aliento, oyes el susurro de mi voz dictándote poesía.

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