Vi una lágrima enjugarse en tus ojos, y tuve ganas de
abrazarte, que esta distancia se acortara, que la virtualidad perdiera su
fuerza en pro de lo analógico; así en silencio sin que tu ni yo tengamos que
mantener nuestra imagen estoica y guerrera; en el más sencillo pero majestuoso
de los gestos, contenidos ambos en este paréntesis, que pausa las angustias, y
amplifica las alegrías, sin que las palabras sean necesarias, en medio de un
abrazo que sintetiza cada uno de nuestros sentimientos, pudiéramos respirar por
un instante y dejar ir toda frustración, toda ansiedad, toda incertidumbre y
solo por el tiempo que el mismo dure ver la esperanza en el reflejo de una
mirada compartida, con sonido a suspiros y cadencia de latir acompasado,
sosteniendo infinitamente el ahora, para poder al separarnos; deshacer este
conjuro, y seguir peleandola.
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