sábado, 22 de agosto de 2020

supimos compartir


Supimos compartir

 

Cada palabra dulce que conozco se diluye en este amargo presente en que no las puedo usar; en que todo parece estéril; y a lo lejos, como esos recuerdos que parecen borrosos, de un pasado que nos cuestionamos si sucedió; te presiento. Es inútil negar, que esta sensación, que este dolor constante por no poder reconocer tu rostro; esta certeza de saberte y aun así no concretar el encuentro;  no es simple desvarió de mis manos  por esta soledad auto infringida; pero de que otro modo, si  no es por eso;  yo sabría al verme reflejada en otros ojos, al escuchar todo aquello que cualquiera quiere oír de sus bocas, que no son para mí, si no fuera porque en otra vida, en otros mundos ya nos hemo encontrados; ya nos conocemos, ya sabes cómo es levantarte a mi lado, y dormir una siesta con el gato entre nuestras piernas. Tú también me conoces, así como yo, cada estúpida discusión y el silencio que siempre las sucede, la cocina como el lugar elegido para cada tregua y la cama el refugio de todas las penas; como no negarme a cada rostro que me ha dicho mentiras, si yo te sé, nos sé juntos; tal vez no hoy; tal vez no mañana; tal vez no en esta vida, pero aun así no desisto de la idea, que tu música y mi poesía se junten y el amor florezca.

 

Mis letras tienen esa melancolía que arrastran desde otros siglos, una que carga con esperas interminables, con soledades, con estaciones de tren y aeropuertos, una que sabe a distancia, a imposibles posibles por breves instantes, a una tasa de té y otra de café; a árboles en infinitos tonos pasteles lloviendo flores y mi sonrisa de niña que consigues difícilmente con la simpleza de un globo o un dulce de feria.

 

Vez ,sé que en toda esta marea de números binarios, en miles de otros idiomas que aun no entiendo, en un universal inglés o en este castellano que maltrato utilizándolo vilmente estas, compartiendo esta sensación, este vacío que se convierte en suspiro al levantar la vista en la inmensidad de la noche y toparte con la luna; sé que te guardas como yo la ternura de las letras para que solo me pertenezcan;  sé que adoras las cosas simples y te sobrecogen los cotidianos milagros de la vida; sé que esta noche cuando volvamos a vernos en sueños caminaremos a orillas de un lago, o tal vez por un bosque de árboles caducos y si la noche es lo suficientemente larga, colgaremos los pies de aquel acantilado del que tanto hablo y con el tempestuoso mar de testigo volveremos a profesarnos el amor que alguna vez supimos compartir.


No hay comentarios:

Publicar un comentario