lunes, 3 de agosto de 2015

el recuerdo sutil de sus miradas.

Cuando las rosas van perdiendo inevitablemente su aroma
diluida en el hedor impertinente de la monotonía;
o acaso el “Nácar” en flor pierda su simple dulzura
por el cinismo reinante en las almas impuras

Cuando todo parece desolado y el huracán arrastra la esperanza
Lejos de mi orilla
Te vuelvo a ver sereno y calma, cálido y ecuánime
con el temple de un santo y la certeza de quien dio en la vida sin pedir nada a cambio

Los parpados casi cerrados, la mecedora en su vaivén mágico
el final de la tarde debajo de la enramada
justo donde las recuerdo se vuelven polvo

y espanto mis miedos en el recuerdo sutil de sus miradas.

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