No te preocupes sigo aquí, aun cuando mis letras no se
desparraman en la inmensidad infinita de estas páginas blancas, eres en quien pienso
antes de dormir; te imagino inmensamente índigo, como cuando te apareciste en
mis sueños, con alma de trovador y espíritu de guerrero; profundaste herido por
el
camino que te puso donde estas, pero con ese aire de superación que tiene dejos
de arrogancia y sabor a victoria;
escucho tu voz como parte de esta conversación que nunca tendremos, mientras la
música se escapa de los auriculares, para que mi noche no se sienta tan
desolada y la habitación brille; mientras estas letras discurren torpes e
invisibles como su propia autora tratando de vencer la procrastinación, que el
tedio de vivir como he decidido hacerlo logra en mí, así podemos volver a ser
solo el gato, la habitación, la cama y yo, mirando por la ventana mientras la
noche se extingue una vez más sin
avistar la felicidad, salvo aquella que veo en tu mirada, cuando el viento me
susurra una melodía nueva y las lágrimas vuelven a surgir.
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