lunes, 6 de enero de 2020

a tu lado lo más simple se vuelve sublime


Hoy mientras cocinaba estabas a mi lado, sonreí y me reprendí por soñar despierta, seguramente en alguna historia te contaré cómo me sacaste una sonrisa y lo difícil que es soñarte cuando aún no te he encontrado en la vida real.

El aroma a las cebollas escocían y mis ojos nublados lagrimeaban, cuando apurada como de costumbre, cortaba las julianas de los vegetales que necesitaba para preparar la cena; llevaba puesto los auriculares nuevos que me regalaste por navidad, los pies descalzos y el gato de compañero; ese día había sido difícil, mi cuello estaba entumecido, mi cabeza adolorida y aunque sabía que eras tú lo que necesitaba mi orgullo nunca lo admitiría. Un grito estremeció el silencio, cuando al darme vuelta para sacar de la alacena los fideos de arroz para ponerlos en agua me topete contigo, no te había escuchado dije cuando torpemente me encontré segundos después entre tus brazos y tu escueta sonrisa ilumino mi cansancio, me sacaste los auriculares, ladeas la cabeza sin decir nada, hiciste una mueca, tomaste mi teléfono y cambiaste la música, no antes de emparejar el teléfono con el parlante , bajito cerca del lóbulo derecho de mi oreja me susurraste, esto es mejor que lo que escuchabas, un escalofrió me recorrió el cuerpo  y el cuchillo de cocina que aun sostenía con mi mano izquierda termino por caerse sobre la tabla de picar, sonreíste de nuevo, de esa forma que no es habitual en ti, pero cuando sucede es mágica acercaste la copa que ya habías preparado sin que me diera cuenta , estiraste la butaca de la cocina y entregándome la copa te ofreciste a terminar lo que había empezado. Mi día se ponía mejor, después del primer sorbo de vino y la vista, tú en la cocina marinando los ingredientes, hablándome apasionadamente sobre lo que estábamos escuchando, tuve que hacer un esfuerzo para responder, y después de sacudir mis ideas, recopilarlas y saber que terminarían adornando estas páginas, seguí la conversación, adoro cuando tienes en cuenta mis ideas, cuando me explicas lo que no entiendo y hablamos de lo que nos hace feliz, no importa cuán cansado haya sido el día, cuanta gente negativa nos crucemos, siempre tenemos esa conversación, ese intercambios de ideas cotidianas, que van desde el trabajo, hasta a quien le toca las compras la próxima vez, y mantengo esos momentos como talismanes así cuando todo parece cuesta arriba, sé que mientras preparamos la cena podremos encontrarle salida a los problemas, o por lo menos hacerlos más llevaderos; porque a tu lado lo más simple se vuelve sublime mientras seguimos hablando.

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