viernes, 27 de diciembre de 2019

compartir el silencio

El sillón se siente vacío, afuera hace frió y  ha empezado a nevar; es temporada de fiestas y todo el mundo parece mas apurado que de costumbre; pero tu y yo nos tomamos unas horas para compartir nuestro silencio.
La música suena en mis auriculares; casi he terminado el libro que me han regalado por navidad; el cuello me  molesta, tal vez sea la posición en la que estoy desde que este sábado atípico por la mañana nos despertamos y decidimos permanecer unas horas en silencio.
Sigo sintiendo el sillón vació  y al levantar la vista de las hojas del libro, te veo; en uno de los sillones individuales al otro lado de la sala, con los auriculares puestos y un bloc de hojas amarillas en la mano, escribiendo y tachando palabras, releyendo y reescribiendo; sonrió al pensar  en lo hermosa que me parece esa insonoridad matutina,  que tu y yo sabemos disfrutar, me pierdo viéndote, se que estas tan concentrado que no te das cuenta, quiero correr a abrazarte, es que es tan hermoso verte en medio de la creación, dejando que las palabra salgan de tus manos, llenándome el corazón de orgullo; no se si es el suspiro que atravesó la estancia y te hizo levantar la mirada, no se si es mi cara de felicidad o el brillo infantil de mis ojos húmedos por un par de lagrimas que incontenibles brotan por la  alegría de haber encontrado alguien con quien compartir mis simplezas; sonríes y el sol sale hasta en los días de tormenta, no es algo habitual en ti, pero lo haces , se que es por que has visto las lagrimas correr por mi rostros,  has visto sin dejar tu lugar de espectador tácito, que dejando mi libro a un lado he tomado la computadora portátil; sabes lo que eso significa; abro el procesador de texto y me pierdo en estas palabras, en este relato escueto pero infinito de una mañana compartiendo el silencio, y cuando creo que estoy por terminar, siento un escalofrió en la espalda , un beso pícaro en la nuca, tu mano sacándome los auriculares y esa dicción imperfectamente perfecta  proponiendo un intercambio. encojo los hombros , siento como mis mejillas se  encienden como una niñita, y con un poco de vergüenza, espero que vuelvas a acomodarte a mi lado en el sillón y después de intercambiar tus hojas amarillas por la notebook, volvemos al silencio; han pasado los minutos previstos por unos puntos suspensivo, cuando ambos dejamos a un lado lo que leíamos para mirarnos y romper el silencio que compartíamos con una frase que uno empieza y el otro la termina(>Sigues siendo mi musa< >y tu aun eres la mía< ) dejamos todo a un lado, y volvemos al silencio, mientras recostados en el sillón veo pasar los últimos minutos de esta mañana de invierno en mi lugar favorito, justo entre tus brazos, donde tu corazón le dicta el ritmo a mi próxima poesía.

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