miércoles, 11 de marzo de 2020

una verdad universal y absoluta.


No creo en las casualidades, por que a lo lejos al escucharte hablar sobre tu vida, se que nos conocemos, tal vez no de esta vida, tal vez  en este espacio tiempo no podamos vernos, sino como una figura tacita y distante, pero tengo certeza de un nosotros que atraviesa mundos, dimensiones, vidas, porque te conozco; intuyo nuestra cama, nuestro insomnio la manera tan dispersa de dormir, y las esporádicas siestas a lo largo del día; yo comparto contigo la misma visión de la vida, de lo que las personas etiquetan como logros, lo que te dicen que tienes que ser, pero nada de eso importa si  no es lo que realmente  quieres hacer de tu vida.
Yo reconozco tu rostro al cerrar los ojos, como si tu silueta a mi lado en el sillón de la sala frente al televisor viendo una serie o una película o algún partido de la NBA, fuera cotidiana, ahí donde Ipa siempre me acompaña, distante y compañero, silencioso, inmutable, casi como si fueras uno con él .
Esperare mi otra vida, para encontrarte, para compartir lo que en otras eras hemos compartido esta simpleza burda y hermosa de la sencillez de una vida tranquila y a la vez belicosa que tanto amamos, atraídos por el trabajo, por las pasiones, escuetos pero amantes ese nuestro refugio en el que siempre nos reconocemos.
Las letras que se acumulan entre tanta información innecesaria y las distancias se hacen abismos, y el tiempo se distiende y se contrae y el Aleph me recuerda el sótano de la calle Garay, me hace sentir como aquel personaje, cuando sin mas permiso que el de  mis mismas manos tipeando sobre una hoja cándidamente blanca ; exploto en lagrimas por que nos se , nos presiento, nos reconozco, pero no puedo materializar la irrealidad que tan realmente se siente como una verdad universal y absoluta.

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