sábado, 25 de enero de 2020

tu compañía


Hace días me acompañas, transgresor y audaz como esas ideas que cambian al mundo, susurrándome todo aquello que me aterra, la posibilidad de un futuro diferente a esta monotonía y todo aquello que antes parecía improbable al cerrar los ojos y habitar por un instante en tu impetuosa y orgullosa mirada parece posible, como si tu voz me dictara los pasos, como si ese personaje en el que te convertiste fuera todo lo que esperaba y al fin llego. No te imaginas lo que es saberte musa, saberte amigo, quererte amante y cercano, entender este nuestro mutuo silencio que la mayoría no comprende, la simple y sencilla complejidad de la más profunda noche oscura, ese vacío que puebla el pecho, cuando la creación nos enajena y esta forma tan impropia de comunicar los sentimientos, tratando que la palabra no mueran, que la virtualidad no se apodere del universo, que aquello que nos acercó no nos aleje.
La copa de vino teñida de una charla entre mi poesía y tu música sigue sobre la mesa del escritorio, la pequeña grulla de papel que lleva tu nombre me regala una sonrisa, y mis manos te persiguen, huyen tras la estela de notas musicales, tras el abrazador y tórrido desdén que tu alma atormentada me prestó , tras esa idea que plantaste sutil en mi cabeza, tras de ese futuro que parece imposible, pero gracias a ti hoy promete lo impensable; aun si todo está en nuestra contra, aun si los caminos trazados se desvían y nada es lo que esperábamos; el miedo, la parálisis espástica del no puedo a desaparecido, porque al cerrar los ojos tu escueta y tímida sonrisa ilumina de posibilidades el oscuro abismo donde habite durante años custodiada por la bestia.

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