te escribo desde mi silencio
desde la oscura y acogedora morada
de todo aquello que se pasa por alto
ahí donde soy ama y señora de las palabras
y nadie se detiene a leerme
te escribo ya no para que leas
ya no para que sepas que existe alguien invisible
ya no para que desciendas tu mirada del pedestal de santo
donde se adoran a las deidades
sino para que el suspiro compartido
entre mis labios y los tuyo
se conjugue en poesía, en sonido
en canción que baila entre mis versos
y verdades que se lleva el viento.
El arte... es mi razón, mi brújula, el solitario y estoico Faro que ilumina mi camino, la canción que suena en la Radio desde los suaves acordes de Drexler y las lágrimas que corren por mi mejilla al tratar una vez más de agradecerle; a esta Quimera fantástica, a mi vivir, a mi amar, a mi decir, a mi libertad pura y pacifica ondeante en el viento, un simple tributo a aquello gracias a lo que vivo y de lo que nunca pensé vivir.
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