
El arte... es mi razón, mi brújula, el solitario y estoico Faro que ilumina mi camino, la canción que suena en la Radio desde los suaves acordes de Drexler y las lágrimas que corren por mi mejilla al tratar una vez más de agradecerle; a esta Quimera fantástica, a mi vivir, a mi amar, a mi decir, a mi libertad pura y pacifica ondeante en el viento, un simple tributo a aquello gracias a lo que vivo y de lo que nunca pensé vivir.
sábado, 3 de marzo de 2018
el primer pupitre a un lado de la puerta
El
verano se acaba, de apoco y a regañadientes va mechando agobiantes días con
noches frescas y abundante tormentas, pero esta noche en particular me regalo
un recuerdo, mirando por la ventana así como miraba por la puerta del aula siempre al horizonte, siempre perdida en
mundos irreales, contándome a mí misma historias que en algún momento
despilfarre o despilfarrare sobre las apremiantes sábanas blancas de un procesador
de texto. Mi adolescencia , adoleció, como la de muchos, como la de nadie, encerrada
entre letras y libro sin entender por qué , mi adolescencia me mostro la
crueldad del que cree que su normalidad mella en mi rareza, pero lo más importante
es que ella me regalo lo el amor y una sublime forma de expresarlo, ella me dio
fuerzas, me dejo mostrarme vulnerable y ahí desnuda frente al mundo, tapada de metáforas
y gran elocuencia, replicando la forma de lo que supe leer, florecí en fiesta
de colores, fui amor que se profesa a pesar de todo, fui amor que se entrega
sin importar a quien, supe entender que no estoy sola que muchos sufren o
sufrieron como yo, supe sentir compasión pero más importante entendí el poder
de la empatía, me hice coraza, porque el corazón dolía demasiado, me tocó vivir
entre dos siglos donde lo que yo amo se pierde por la inmediatez que conlleva
la tecnología, y a pesar de eso sigo en pie
o mejor dicho, sigo perdida en el horizonte contándome la historia de lo
que podría ser, surfeando este presente de la forma que se puede, añorando la analogía
de dos siglos atrás, y luchando por no perder el terreno que gane con los años,
mirar el horizonte me recuerda un pupitre alado de la puerta en primera fila,
el verde que hoy son edificios y las ganas tremendas que mi salvo conducto
llegue y me saque de clase para dejarme crear. Si estoy segura que no se vive
por amor al arte, pero si se vive del amor que da el arte, de la plenitud, de
la epifanía, de una página en blanco que puede ser tu perdición pero también tu
resurrección; esa puerta abierta , esta ventana cerrada son análogas, son sinónimos,
son metáforas, son mi lugar aislada de todos derrochando el a
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