La ciudad quedó a oscuras por unos minutos, ya no redes
sociales, ya no televisión, ya no radio; hasta el ruido de los autos atravesando
la madrugada pareció cesar; la garúa atormentaba las tejas y el viento flirteaba abiertamente con las
hojas de los árboles; un maullido a los lejos regresaba de su paseo nocturno y
yo pensaba en una pesadilla recurrente, cada vez más esporádica, que cambia
de escenarios pero no de actores, sigo
estando yo diciendo que no a mi pasado y sigue estado él queriendo que todo
vuelva a lo que era, y llega un momento en que logra que de mi brazo a torcer; sucumbo la mayoría de las veces por lastima; por una sensación de deber; mientras mi sensación general es “yo ya no soy, esa la que fui” y nosotros “ya
no somos esos los que fuimos juntos” (creo que eso está en una poesía de
Benedetti, pero digamos que va con la idea) me embriaga la sensación de Culpa; culpa que no quiero sentir; culpa que ya sentí en su momento y de la cual trato
de alejarme. Me tomo mucho , mucho tiempo llegar a SER de nuevo, y esta
pesadilla me agobia, me subyuga a un tiempo y un lugar , a la persona que lo
representa, a la persona que yo era en ese momento y la cual nunca más seré, y sé
que el que escribe es mi yo consiente, pero me aterra que mi subconsciente me lo restriegue en la cara cuando me rodeo de personas que y las veo mirarme de arriba abajo y se lo que piensan “ella”, “ella”
no es la misma y no, no lo soy, no es solo físico el cambio, no es mi cabello corto, no son los tatuajes, no es la pasión con la que hablo de lo que amo y la forma
tan abierta en la que me expreso sobre lo que quiero y no en mi vida.
He llorado, me he reprimido, me he odiado, me he puesto en el nivel más bajo de importancia, por alguien más y rompí cada promesa que me hice a mí misma mientras crecía; y con el no solo rompí una relación larga y un tanto toxica, sino que se fue el yo toxico que me mantenía sosteniendo esa mentira por miedo, por baja autoestima.
Aun después de saber conscientemente todas estas cosas el pánico se apodera y me paraliza cuando mi subconsciente lo trae de nuevo en un mal sueño, recordándome que el camino está muy lejos de haber acabado y aun habiendo hecho todos estos cambios, me falta volver a amarme y volver a amar.
He llorado, me he reprimido, me he odiado, me he puesto en el nivel más bajo de importancia, por alguien más y rompí cada promesa que me hice a mí misma mientras crecía; y con el no solo rompí una relación larga y un tanto toxica, sino que se fue el yo toxico que me mantenía sosteniendo esa mentira por miedo, por baja autoestima.
Aun después de saber conscientemente todas estas cosas el pánico se apodera y me paraliza cuando mi subconsciente lo trae de nuevo en un mal sueño, recordándome que el camino está muy lejos de haber acabado y aun habiendo hecho todos estos cambios, me falta volver a amarme y volver a amar.
La luz volvió, el gato se acurruco a mi lado en la cama,
el televisor hablaba sin sentido en el último canal en que lo deje y mientras
encontraba las agallas para volver a dormir por miedo a la pesadilla, agradecí que siempre están para que el pánico se describa en una absurda procesión
de letras.
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