ni en los e mails, y menos aun en las redes sociales.
A él le gustan las cartas escritas a mano,
las postales con cuadros surrealistas,
esas que se guardan con cariño en una lata
con los recuerdos mas queridos de la adolescencia.
A él le dan gracia como a mi ahora las estupideces
que ven los ojos mojigatos de ciertas personas,
pero sobre todo le gustan mis palabras escritas en verso,
mi inocencia a según imperturbable,
mi dualidad y la sonrisa casi sonrojada que le devuelvo a sus halagos.
Creo que recién después de 12 años entiendo
lo que quería decirme,
sus ansias casi demenciales de despabilarme,
lastima que la experiencia
solo llega cuando ya es tarde,
y que leyendo cosas nuevas escritas en pasado
lo entienda,
lo escuche en el recuerdo
y lo admire mas aun que en aquellos tiempos
en que el temor por ser diferente aun perturbaba mi sueño
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