En la inmensa soledad apremiante
que sólo una habitación en penumbras conoce
La mirada perdida dentro de uno mismo
Las manos en la cabeza sosteniendo las ideas
Las lágrimas derramadas el dolor que siempre llega
Las paredes colectando el peso de la melancolía
La cama albergando un cuerpo desprovisto de fuerzas
El refugio carcelero de su soledad misma
Cuantas veces he llorada a gritos
El silencioso bagaje que acarrea mi historia
La luz de velador iluminando inútilmente de guía
La hora sórdida
El remedio impío
El único lugar donde dialogar con las sombras
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