Estuve releyendo poesías de un periodo de mi pasado que fue
doloroso, extremadamente oscuro, la culminación de un periodo en que no solo perdí
la meta, sino que en el camino me perdí a mi misma, y al releerlo la palabra
que viene a mi mente es “despersonalización”, esas letras no solo no fluían como
me gustaría, y se que es porque en mi intento catártico por afrontar el abismo
que tenia enfréntelas forcé de tal modo que no parecen mías; parte de ello también
tiene que ver con el camino de represión que me había forjado, con culpas
infundadas sobre lo que solía fluir, con miedo a la soledad, por temor a
lastimar a quien pensé jamás me lastimaría y sin embargo no fue así, me duele
releerlas no por los sentimientos del pasado que vuelven sino porque con ellas comprendí
por fin a la distancia el daño que yo misma me había infringido, la total desolación,
la perdida de articulación del lenguaje a la que llegue, la brevedad , lo
superfluo de todo aquello y ahí queriendo madurar en el proceso desbocada, verborragia
por siete años de encierro, mis descarriado instinto de supervivencia tímidamente
fue sanando heridas y otra vez ese rostro borroso, esas imagen pálida e
irreconocible que me devolvía el espejo, ese personaje que cree pretendiendo
que me alcanzaría su felicidad para ser feliz, que yo podía soportar todo, que podía
dejar de lado quien yo era sin que eso afectara mi alma, fue tomando forma,
dejo de ver los cuernos del minotauro bajo la luna llena, dejo la ira, dejo la
inseguridad, dejo el vacio, para encontrar otra vez el camino redentor de manos
de la espada de Teseo, y de la sangre derramada horriblemente en letras que no
parecen pertenecerme más, resurgió el rostro de quien alguna vez supe ser y el
camino se ilumino, el Túnel que alguna vez
conocí y entonces era mi perdición
fue tomando el color claro del amanecer y redentora aunque impropia de mi , las
letras frágiles chatas tal vez forzadas en un comienzo , se encarrilaron para volveré, ojos, boca, manos, para volverse
rostro conocido, para volverse esperanza y al fin con ayuda de la imagen de esa
cámara oscura bañarse en el tranquilo lago balsámico de las utopías posibles y
volver a sentir propiedad sobre su propio cuerpo.
Hoy el 2011 está muy lejos, muy, muy lejos perdido en los
intrincado corredores del laberinto que alguna vez albergo a la bestia en que
me convertí, ahí donde pensé perder el corazón y sin embargo me lo devolvieron
en bandeja de oro habido de sentimiento después del largo letargo al que mi
necedad lo sumió.
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