jueves, 11 de diciembre de 2014

Hoy el 2011 está muy lejos

Estuve releyendo poesías de un periodo de mi pasado que fue doloroso, extremadamente oscuro, la culminación de un periodo en que no solo perdí la meta, sino que en el camino me perdí a mi misma, y al releerlo la palabra que viene a mi mente es “despersonalización”, esas letras no solo no fluían como me gustaría, y se que es porque en mi intento catártico por afrontar el abismo que tenia enfréntelas forcé de tal modo que no parecen mías; parte de ello también tiene que ver con el camino de represión que me había forjado, con culpas infundadas sobre lo que solía fluir, con miedo a la soledad, por temor a lastimar a quien pensé jamás me lastimaría y sin embargo no fue así, me duele releerlas no por los sentimientos del pasado que vuelven sino porque con ellas comprendí por fin a la distancia el daño que yo misma me había infringido, la total desolación, la perdida de articulación del lenguaje a la que llegue, la brevedad , lo superfluo de todo aquello y ahí queriendo madurar en el proceso desbocada, verborragia por siete años de encierro, mis descarriado instinto de supervivencia tímidamente fue sanando heridas y otra vez ese rostro borroso, esas imagen pálida e irreconocible que me devolvía el espejo, ese personaje que cree pretendiendo que me alcanzaría su felicidad para ser feliz, que yo podía soportar todo, que podía dejar de lado quien yo era sin que eso afectara mi alma, fue tomando forma, dejo de ver los cuernos del minotauro bajo la luna llena, dejo la ira, dejo la inseguridad, dejo el vacio, para encontrar otra vez el camino redentor de manos de la espada de Teseo, y de la sangre derramada horriblemente en letras que no parecen pertenecerme más, resurgió el rostro de quien alguna vez supe ser y el camino se ilumino, el Túnel que alguna vez  conocí  y entonces era mi perdición fue tomando el color claro del amanecer y redentora aunque impropia de mi , las letras frágiles chatas tal vez forzadas en un comienzo , se encarrilaron  para volveré, ojos, boca, manos, para volverse rostro conocido, para volverse esperanza y al fin con ayuda de la imagen de esa cámara oscura bañarse en el tranquilo lago balsámico de las utopías posibles y volver a sentir propiedad sobre su propio cuerpo.

Hoy el 2011 está muy lejos, muy, muy lejos perdido en los intrincado corredores del laberinto que alguna vez albergo a la bestia en que me convertí, ahí donde pensé perder el corazón y sin embargo me lo devolvieron en bandeja de oro habido de sentimiento después del largo letargo al que mi necedad lo sumió.

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