No me olvide de ella el día de ayer, al igual que nunca lo hago los 10's de junio, pero la verdad es que no quería sólo volver a postrar las poesías que ya Leyeron sobre ella sino contarles algo más , algo que les hicieran entender sólo un poquito el enorme espacio vacío que nos dejo.
No voy a contarles cosas que la gente dice de ella y que no puedo acordarme pero si se como se hacía Sentir, era de esas personas que llenan de calidez el espacio en el que esten, y le dan sensación de hogar a cualquier lugar , una vez leí una descripción que Diego Rivera hizo de Frida Kalho y quería saber a quien me recordaba, después de pensar bastante su sonrisa vino a mi rostro y la sensación fue exacta a aquella descripción, no hay muchas personas que logren hacerte sentir como en casa, que iluminen el resintió con su sonrisa, que sean cálidas, femeninas pero fuertes a la vez .
Tengo flashes que vienen a mi como vividas imágenes de una película, el atardecer al final de la pérgola, con los Rosales de fondo y ambas mecedoras compartiendo el mate, y me refugio en esos tonos cálidos y lejanos cuando siento que todo párese perdido que todo es frío y árido.
Veo el crucifijo en casa, y sólo puedo pensar en el Rosario, la solemnidad de aquel acto pero sobre todo su firme convicción de llevar sus preceptos a la práctica y no sólo arrodillare o asistir aún acto religioso o rezar todas las noches, ella me enseño a profesar con los actos.
Mama me perseguía para que no comiera la sacarina en pastillas con las que endulzaba su comida, yo me escondía detrás de la puerta de la cocina , la que hasta hoy da al patio y entre las rendijas mirones a esperando que mama no me viera, pero ella solía salvarme, darme algún caramelo, que más tarde averigüe que los guardaba encima del armario y como equilibrista apile con poco sentido de estabilidad cualquier cosa a mano para alcanzarlos, hoy me pertenece ese ropero, y lo veo y es increíble como en mi memoria era altísimo e inalcanzable.
Su enfermedad se la llevo rápido, siento la agónica sensación de falta de aire que me dio al ver como aquel mediodía caluroso de diciembre cerraban el atún en la cruz central del cementerio de Pirane.
Abuelita te extraño, y es evidente para mi, que la primera cosa que escribí que no fuera romántico cuando Pistilli con gran inteligencia me prohibió escribir poesía fue sobre vos, y más tarde te volviste la mecedora eterna y ese cálido y reconfortante aroma a rosas que lo llena todo sin verlo.
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